España 4-0 Irlanda
Lo que ocurrió desde entonces fue simplemente el presagio de un vendaval. España no quería sustos y se empeñó en sentenciar. Por momentos, no tuvo la continuidad en la circulación deseada. Ni el acierto en los metros finales al que nos tiene acostumbrados. Sin embargo, la escasa calidad de Irlanda le hacía dueña del balón casi sin querer. Únicamente había que tener paciencia para desgastar al oponente. Lo de siempre. Hasta doce ocasiones tuvo la Selección en el primer tiempo para comenzar a pensar en Croacia. Faltó acierto. Silva disparó a las manos. A Torres le dio miedo abusar en un par de acciones que exigían egoísmo. Iniesta se especializó en zurdazos. Alonso probó desde lejos. Xavi lo intentó de rosca. El segundo gol se resistía aunque a muchos ya les bastaba con el eficaz lavado de imagen. España pudo regresar del intermedio con los temores que ayer evidenció Italia o Alemania. Pero no. Su superioridad estaba tan consentida por el adversario que la sentencia era la única salida. Arbeloa pronto buscó suerte con otra de sus innumerables internadas. Irlanda no reaccionaba. Ni podía ni sabía. La eliminación que ahora le castiga ya se la esperaba. Trapattoni hizo un cambio de delanteros con el objetivo de seguir persiguiendo los pelotazos de su defensa como única alternativa para buscar a Casillas. España apretó a esas horas el acelerador y, por fin, sentenció. La jugada nació en un disparo de Iniesta que dio mil rebotes hasta caer en los pies de Silva. El canario, el pleno corazón del área, no tenía espacio para cargar su zurda y tenía mil piernas por montera para divisar la portería. El mago sacó un disparo suave y repleto de intenciones que se coló entre las escopetas de Dunne (otra vez él) rumbo al palo derecho. El gol fue vital. La sutileza, admirable.
jueves, 14 de junio de 2012
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