Grecia 1-0 Rusia
Con el marcador en contra, Advocaat recurrió a Pavlyuchenko. Un talentoso delantero que Julen Lopetegui tenía en su agenda cuando opinaba en el Madrid y que ha perdido brilló en pocos años. Su incidencia fue nula. Otro que nunca va al espacio. Aun así, Rusia gozó de más ocasiones. Una de Shirkov y la mejor, de Denisov. Karagounis pidió un penalti poco después al reclamar que su pierna y la de su marcador chocaron. Lo que no dijo en sus protestas es quién dio a quién. Vio amarilla y se perderá los cuartos de final. Después, en otra jugada aislada, Tzavelas estrelló una falta a la madera que comenzó a equilibrar la balanza de méritos. El 1-0 ya no era tan injusto. Rusia se lanzó a la desesperada. Y lo hizo al mismo ritmo de siempre. El único cambio fue tomar riesgos atrás y aglutinar más rematadores en el área. El plan no obtuvo premio. Únicamente Dzagoev pudo empatar con un cabezazo que lamió el poste. El gol salvador no llegaba, y el favor de Polonia en el otro partido del grupo ya nadie lo esperaba. El colegiado pidió y todos los rusos se miraron entre sí relamiendo un ¡cómo es posible! La respuesta es sencilla y no conviene perderla de vista. Sobre todo si su ‘amiga’ Alemania se la cruza en cuartos. Se llama Grecia. No enamora pero es temida. Peina canas y acumula sorpresas.
sábado, 16 de junio de 2012
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