domingo, 9 de marzo de 2014

El Real Madrid es líder en solitario

Real Madrid 3 - 0 Levante

El Madrid, en su estadio, ha alcanzado tanta solidez que no se ve afectado por lo imprevisible del fútbol, esa mezcla de azar absurdo que ataca a otros equipos cuando se confían, o cuando suman los puntos antes de jugar. Al Madrid no hay quien le castigue un pecado, probablemente porque peca poco. Su superioridad es tan grande que sus futbolistas pueden jugar tarareando canciones, como si en lugar de librar una batalla estuvieran colgando un cuadro.
El duelo comenzó tal y como estaba previsto. A los cinco minutos Keylor Navas evitó el gol de Cristiano, y a los diez nada pudo hacer por impedirlo. Di María sacó un córner y Cristiano despegó como un Harriet para cabecear desde el punto de penalti. El remate fue estupendo, picado, engominado, imparable para cualquier portero, pero alcanzable para Keylor, que llegó a tocar la pelota pese a reaccionar algo tarde (una milésima o dos).
Hasta ese momento, y a partir de entonces, el Madrid dominó a placer. A diferencia de otras tardes, acumuló más posesión que oportunidades. O tal vez las minimizó Keylor Navas, cuya parada de mayor mérito fue también la que más le dolió: la hizo con las blanduras de la entrepierna. Benzema fue el responsable de esa tortilla desestructurada.
Al Levante, en ese tramo (y hasta el 70’), no se le recuerda un tiro entre palos. Ivanschitz enganchó una volea espectacular, pero sin precisión. Lo demás fueron aproximaciones con pocos efectivos y escasísima fe. Palpados los bíceps del Madrid, el objetivo ya no era robar un punto, sino prepararse un digno entierro.

Keylor retrasó el segundo gol al desviar un cabezazo de Benzema con sus únicas yemas útiles; las de los dedos; el balón pegó luego en el palo y salió huyendo. Contra Marcelo, de vuelta del descanso, no tuvo antídoto. No lo había. Marcelo apareció en el área como un nueve, regateó como un diez (amagó con el cuerpo) y marcó como un siete, con un derechazo. No está nada mal para un lateral izquierdo.
Así las cosas, Keylor Navas decidió concentrarse en Benzema, al que le dedicó todo su repertorio (quizá por aquel balonazo): palomitas, bocajarros y otros conjuros. Tan inspirado parecía Keylor que el tercer gol lo tuvo que marcar su compañero Nikos Karabelas, estupendo remate con un solo inconveniente: la portería elegida.
Sergio Ramos provocó la amarilla que le dejará limpio para el Clásico y David Navarro fue expulsado por una entrada por detrás a Cristiano en la que pesaron mucho sus antecedentes penales. Poco más salvo la lesión de Carvajal y otros disparos a Keylor: el Madrid sigue líder y en su horizonte sólo hay primavera.

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