Argentina 2 - 1 Bosnia y Herzegovina
La albiceleste se adelantó con un tanto en propia meta de Kolasinac. Argentina reaccionó con la verticalidad de Messi, que anotó un gran gol.
De Messi se dijeron muchas cosas en los últimos meses. Que si ya no estaba para nada, que si sólo aparecía para vomitar, que si se le había olvidado jugar al fútbol, que estorbaba a sus compañeros... Leo siempre calló. Hizo oídos sordos y fijó su mente entre los palos de la portería rival. Ayer lo demostró. Después de un partido de desgaste, de mucho intentar y poco obtener, Messi gritó gol en un Mundial, el primero que logra en tres ediciones en las que ha participado. Y fue un golazo. Excelente. Agarró la bola desde la derecha y acabó dejando por los suelos a Mujdza y Besic, los dos tipos que vinieron a cerrarle; el zurdazo, tras besar el palo derecho de Begovic, acabó dentro.
El gol se chilló como pocas veces se había celebrado en Maracaná. Argentina estaba aburriendo, saliendo de inicio con tres centrales y Mascherano siendo el encargado para crear. Y cuando uno aburre, acostumbra a ser criticado. De ahí que Sabella, pese a comenzar el campeonato con mucha suerte (en el minuto dos Kolacinak se marcó en propia meta), rectificó en el descanso, le dio la manija a Gago y decidió ofrecer la punta a Higuaín. Mientras, los bosnios iban creciendo con un atrevido Pjanic y un peleón Besic, aunque nunca conectaron con un desesperado Dzeko y un atrevido Ibisevic, que sí pudo reventar a Romero con un toque sutil. Y los balcánicos creyeron hasta que Messi embocó. Lo hizo con acierto y teniendo recompensa. Jugó siempre a unos 50 metros de la meta rival, pero nunca perdió la cara al partido y buscó la mirada de Begovic. Y la encontró. Messi la lío en Maracaná, que forrado de banderas albicelestes, pareció La Bombonera. Un paso menos.
domingo, 15 de junio de 2014
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