Levante 0 - 5 Real Madrid
El Real Madrid gana muchos partidos cada temporada gracias al destello de una o de varias de sus brillantísimas estrellas. Son triunfos apreciables, pero sin el mérito grupal que se le supone a un equipo de fútbol. Son victorias basadas en la simple superioridad armamentística. El prodigio llega cuando un equipo plagado de extraordinarias individualidades consigue un triunfo colectivo. Conseguir que los egos se coordinen y que los talentos se muevan al compás de la misma música es una hazaña mayor que un 0-5. Eso, precisamente, logró el Madrid ante el Levante: jugar bien, del uno al once.La autoría de los goles (doblete de Cristiano, Chicharito, James e Isco) nos sirve para definir el perfil del Madrid que pasó por el Ciutat de Valencia. Con Isco y Chicharito de titulares, nos encontramos con un equipo más efervescente y menos previsible, probablemente más genial. Bale y Benzema son dos futbolistas imponentes, pero hacen al equipo más militar, más parecido a un ejército de replicantes. Es buena noticia señalar que el Madrid puede utilizar varios trajes, siempre de etiqueta.En el repaso del encuentro hay que decir que el primer error del Levante (había tantos por cometer) fue no enfriar el partido. Quiso jugar a lo que juega el Madrid, y tal cosa no es posible. Quien sea humano, y desee competir contra un equipo tan grande, tiene que inventarse otro deporte, otro juego, debe aburrir al gigante, negarle la diversión. No hay otra escapatoria. Lo tenía que haber sabido el Levante: planteó un concurso de carreras y las perdió todas.
Con espacios, el Madrid se relamió desde el inicio. En los tres primeros minutos, Cristiano ya había disparado dos veces en posición de ventaja. A los once, Chicharito fue derribado dentro del área, con claridad.El penalti fue tan estrepitoso como las protestas de Juanfran, que pidió clemencia con argumentos desgarradores: “¡Señor árbitro, no fue asesinato… pregunte al muerto!”. Se confirma que la supuesta madurez que proporciona la edad es en realidad lentitud. Juanfran cumplió 38 años el pasado julio.
Cristiano adelantó al Madrid y a Mariño le quedó el mínimo consuelo de rozar el balón. El Levante se echó atrás de manera espontánea y llegó a una conclusión muy primitiva: se vive más seguro dentro de la cueva. Sin embargo, no es esa la naturaleza de muchos de sus jugadores (Morales, Rubén, Gavilán…), obligados a encontrar cuanto antes un punto intermedio entre la realización personal y la supervivencia.
El segundo gol lo marcó Chicharito de cabeza. El pase de James era tan bueno que lo hubieran cabeceado en Sleepy Hollow. Es asombroso lo del colombiano. Se está convirtiendo en un centrocampista de una sobriedad germánica: preciso, serio y sacrificado. Cada vez es más constante y ocupa más campo. Estamos asistiendo la transformación de James en Hans. Llegará el día en que para distinguirlo de Kroos habrá que observar su reacción ante un vallenato. Su partido fue prusiano, pero su gol colombiano. James señaló su desmarque a Kroos (se entienden alemán), controló con el pecho y voleó con la zurda. Hermoso sobre una cama, sublime sobre la hierba.
El tercero lo firmó Cristiano para recalcar que su cuerpo es un prototipo del futuro (por cierto: quince goles en ocho jornadas). El quinto lo hizo Isco con un derechazo impactado desde interior de su bota diestra. Fue la guinda a un gran partido del malagueño, un espíritu libre que necesita más minutos y ninguna cadena.
domingo, 19 de octubre de 2014
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