
Es raro que el técnico que se mide al Barcelona no lo reciba con halagos y humilde reconocimiento de inferioridad. Muchos reconocen que ganarle sería un milagro. La mayoría lo piensa pero mientras que algunos esconden en la sumisión el ánimo de emboscada, otros airean un miedo verdaderamente reverencial. Es el caso de Dutt, que ni confiaba en su equipo ni se tomó en serio las últimas penas pasadas por el Barcelona. El primer tiempo de Leverkusen fue una oda al pánico, un canto a la necedad de quien pone una eliminatoria de 180 minutos en manos del accidente más improbable. Esperó al Barcelona en su campo, sin presionar y sin más recurso que la acumulación. Una bendición para un Barça que dedicó esa primera parte de bostezo eterno a remendar heridas y coger confianza, a jugar con pases de seguridad. Cuando marcó Alexis en el minuto 40 la posesión era azulgrana hasta el 78%, Leverkusen había dado 54 pases por los casi 350 del equipo de Guardiola. Así que el gol, el excelente pase de Messi, la carrera de cuarenta metros y la definición perfecta de Alexis, fueron más un castigo a Dutt que un premio a un Barcelona mandón, correcto, funcionarial: sin magia ni quinta velocidad, con Iniesta sin ritmo, Messi opaco (asistencia aparte) y Adriano desaparecido.El segundo tiempo maquilló el partido, dio una capa de barniz algo más lúcido a lo que tuvo que ser y apenas fue una batalla de Champions y mejoró el espíritu de Leverkusen, que llegó a empatar en su primer remate y creó otras dos ocasiones con una presión más avanzada y un juego primitivo basado en pases largos y balones colgados. Acabó sentenciado y casi goleado por los espacios que dejó atrás y por sus pésimos fundamentos colectivos pero al menos puso algo de gallardía a la crónica de una muerte anunciada. Alexis marcó el segundo tras otro gran pase, este de Cesc, y otra definición que aunó calidad y potencia, y Messi se quitó el mal fario cerca del final con un remate a bocajarro. Antes dejó sus primeros minutos en muchos partidos, con el Leverkusen partido y metros por delante. Disparó al palo, regateó y repartió juego en contras que activaron a Pedro, que sustituyó y mejoró (mucho) a Adriano.
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