
El Atlético vuelve a ser temible. Hace bien poco volvió a la senda de los títulos. Pero ahora, de la mano de Simeone, ha dado un paso más y no sólo se conforma con ser de nuevo candidato a reinar en Europa por la vía resultadista. Esta vez su amenaza va acompañada de argumentos futbolísticos añorados, que son tan contundentes para pasearse por la Europa Liga como para haber competido con garantías en esta Champions. Lo de El Sardinero no fue casualidad repleta de mala suerte. Ni es un don divino regalado por el Papa. En el Olímpico dio una exhibición de ingenio en ataque y, sobre todo, ofreció una lección de amor propio porque el librillo, la pizarra y la actitud se han retocado. El espíritu de pupas ha mutado. Desde ahora le va más el apellido de invencible. Siete partidos con el 'Cholo', sin noticias de derrotas. En cualquier otro día, no hace mucho, el injusto gol de Klose que adelantó al Lazio por un mal blocaje de Courtois hubiera sido el origen de una catástrofe. Hasta ese minuto 19 en el que llegó el primer gol encajado de la nueva era, el Atlético mandaba, se expandía en campo ajeno y no sufría en defensa. Falcao había estrellado incluso un balón en el larguero y Koke, la única y brillante novedad en el once, a punto estuvo de culminar una gran combinación entre Falcao y Adrián. Sin embargo, el equipo siguió a lo suyo. Con la certeza de haber estado haciendo bien las cosas hasta el momento, a pesar del resultado adverso, y con la mordiente necesaria para teñir de justicia el marcador.
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