Misión cumplida. España va al Mundial conpropósito de enmienda, una imagen depurada y un nueve que promete y cumple (Negredo). Georgia es asignatura de primaria pero también lo fue Bielorrusia y nos cargó de inquietud. En Albacete, en cambio, hubo ratos de lo que fuimos y queremos volver a ser, esta vez empezando desde los extremos, la vía que aún no hemos explorado por falta de necesidad y porque con la del tiqui-taca nos fue de maravilla
España salió al abordaje, ampliando la circunvalación de su juego, cogiendo a Georgia por la pechera. Cambiaron seis jugadores, la actitud y la estrategia. Navas le dio un color muy vivo en la derecha, donde desbordó una y otra vez. Juanfran también fue un lateral emprendedor, como Alberto Moreno, debutante atrevido. Hasta topar con Emery fue extremo, como Jordi Alba, y del oficio le queda la siembra permanente en ataque. Por ahí empezó todo y el equipo fue contagiándose, volviendo sobre sus pasos, entregándose a la acción. Cuatro veces remató antes del primer cuarto de hora. Después llegaron la chilena de Negredo y el gol de corte clásico: sucesión de toques en el borde del área para marear a la perdiz, envío profundo de Pedro, toque sencillo de Iniesta y remate a placer el propio Negredo. El catecismo nacional. Iniesta lo mejora todo porque traduce bien los partidos, mezcla el juego corto, largo, por dentro y por fuera según conviene. Especialmente en partidos como este, más antipáticos que difíciles.
La verbena también dio oportunidades a Georgia y a Casillas para mantenerse activo. Gelashvili soltó un balazo a quemarropa y estuvo atento el capitán, que piensa alargar su pelea con Víctor Valdés hasta el final pese a que en el Madrid trabaja a media jornada. Las dos contras georgianas se asumieron con naturalidad. Cualquier arrimón no está exento de riesgos. Albacete se quitó el susto aclamando a Iker.
El compromiso fue también una llamada a los extremos, a veces para el plan B, a veces para la primera instancia. Navas resulta diabólico cuando está de punta en blanco y Pedro tiene los dos perfiles, lo que le hace imprevisible. Merecen que el sistema les haga sitio.
El gol de Mata, que encontró una pelota perdida, liquidó el asunto. Mourinho debió tomar nota. Y Del Bosque probó a Koke como primer armador y a Isco de Iniesta. Por ahí cree el seleccionador, con poderosas razones, que está nuestro porvenir.
martes, 15 de octubre de 2013
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