Después de perder ante el Valencia en casa hace una semana, Martino había puesto como primer mandamiento al equipo que se parase la hemorragia y se volviera a ganar. Al precio que fuera. Ganó el Barça a la Real Sociedad y ayer superó el examen de Sevilla de manera mucho más sufrida de lo que indica el marcador. El 1-4 no explica lo mal que lo pasó el Barça en la primera parte. Pero seguramente es una base suficientemente sólida para recuperar la confianza en el equipo, que recupera el liderato, y en Messi, que en un ‘decir jesús’, convirtió un partido mediocre en uno de videoteca mediante dos golazos únicamente al alcance de un fuera de serie.
Pero nada podría explicarse sin la intervención deTeixeira Vitienes II, un hombre que vive un duelo fratricida con su hermano por ver quien es el peor árbitro de su rellano. Asido al salvavidas de Teixeira, el Barça superó un naufragio que en la primera parte parecía ser definitivo. Durante toda la primera mitad, el Sevilla comandó el encuentro a su antojo.
Los de Emery no pasaban apuros en defensa, eran superiores en el centro del campo donde se aprovechaban de la presencia de Song en lugar de Busquets y en ataque volvían locos a los zagueros blaugrana. Todo apuntaba a desastre barcelonista, porque ni Piqué estaba atento, ni Xavi aparecía, ni Iniesta mandaba y para buscar una noticia de Messi había que referirse al programa oficial del partido.
Al cuarto de hora, Moreno marcó el primer gol del partido al culminar una jugada en la que hasta cuatro jugadores locales combinaron en el área ante la pasividad de la zaga blaugrana.
Lejos de espabilarse con el gol, el Barça vivió sus peores momentos. Valdés se erigió como el salvador de un equipo que hacía guaso r todos lados, pero el Sevilla peco de bisoño. Tuvo 20 minutos el conjunto andaluz para borra al Barça del partido, pero se encantó y luego lo pagó caro. Rakitic, Gameiro y Bacca tuvieron en sus botas la sentencia del duelo, pero no acertaron y habilitaron el error de Teixeira, que concedió el gol del empate del Barça en un claro fuera de juegode Alexis, que remató una falta botada por Messi con la chepa al más puro estilo Asensi.
Tras el gol del empate del Barça se abrió el cielo y cayó sobre Sevilla un temporal que firmaría Joseph Conrad. En medio del horror de la tarde, apareció el héroe. El que no había tocado bola en toda la noche. Apareció Messi, marcó un golazo de antología y el Barça se fue al descanso con 1-2. Y dejó de diluviar.
En la segunda parte, el Sevilla realizó varios intentos para reducir diferencias, pero el acierto de Valdés compensaba las siestas de Piqué y Montoya. Estuvo cerca de empatar el equipo local hasta que Messi, de nuevo surgido entre las brumas de la lluvia, sentencó el partido con un gol a jugada de Iniesta, que decidió sumarse a la fiesta en la segunda parte. El Sevilla, agotado de correr detrás de la lluvia, de la pelota, de la ineptitud del colegiado y de la grandeza de Messi ya entregó armas y bagajes y se rindió con toda la dignidad y habiendo merecido más. Cruel fue el último gol de Fàbregas, futbolista anárquico que no entiende de estados de ánimo ni propios ni ajenos, que colocaba el 1-4 en el marcador.
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