
La Copa de las sorpresas, de las ilusiones, de los sueños, de la historia. De héroes y villanos, de proezas y ridículos. De risas y lloros, de sonrisas y lágrimas. Esa Copa apareció de lleno en Palma cuando nadie lo esperaba, con la eliminatoria entre Mallorca y Real decantada, como contestación al gol de Ifrán que allanaba el camino de la clasificación para los realistas. Pero no. El destino era otro. Uno inesperado. Uno cruel para el que se sentía ganador. Uno que protagonizó el conjunto de Caparrós con un arranque de furia ingobernable y salvaje. La tormenta comenzó con un golazo de falta directa del Chori Castro. Fue un zurdazo con alma, una luz mediante la que encontrar el camino. Y enseguida explotó ese cegador brillo, plasmado con un violento disparo de Hemed desde fuera del área, un remate franco en un córner de Nunes y, sobre todo, una maniobra de pillo de Castro ante el exceso de relajación en el saque largo de Zubikarai, quien no esperaba la presencia del uruguayo por detrás.
No hay comentarios :
Publicar un comentario