
El Real Madrid tendrá que refrendar en el Bernabéu su pase a cuartos de la Champions. Lo tuvo encauzado hasta el minuto 92, cuando Wernbloom cazó un rechace en otra jugada a balón parado pésimamente defendida por los blancos, y van ya unas cuantas esta temporada. Un gol que alimenta la esperanza del CSKA, al tiempo que castiga la falta de instinto asesino de un Madrid que siempre creyó suficiente el gol de Cristiano.El Real Madrid regresó a la Liga de Campeones con su versión más pragmática. Interpretó el compromiso con solvencia hasta la última jugada, hasta que Fabio Coentrao, un lastre para el Madrid durante toda la noche, cometió una falta por mano absurda y permitió que Wernbloom batiera a Casillas después de aprovechar un despeje nefasto de Arbeloa y diera esperanzas al CSKA en una eliminatoria que el Madrid no supo dejar cerrada cuando debió hacerlo. Un nuevo gol recibido en el saque de una falta, un nuevo fallo de concentración. Un error que se repite una y otra vez y para el que Mourinho, de momento, no encuentra respuesta. No obstante, ese gol no debería ser más que una anécdota en esta eliminatoria que deberían superar los españoles salvo descalabro monumental en el Bernabéu. Hay que entender el empate como un accidente, pero como un accidente que se pudo evitar. Hasta entonces, el Madrid ni sufrió ni había visto peligrar un triunfo que creía asegurado. Llámenlo exceso de confianza o falta de concentración. Todo vale.
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