El partido empezó muy movido y con un ritmo alto. Italia se animó a irse a por el triunfo desde el inicio y encontró el premio muy temprano. El Shaarawy, que formaba pareja en ataque con Balotelli, forzó un penalti que su compañero en la delantera del Milán se encargó de transformar. Están llamados a triunfar estos dos jóvenes que, además de por su cresta, se caracterizan por el enorme dinamismo que aportan tanto al club rossonero como al azurro.Malta sabía de su inferioridad, pero no se arrugó pese a la salida en tromba de los italianos. De hecho, su delantero Mifsud pudo empatar al poco tiempo mediante otro penalti, aunque su tiro se encontró con un Buffon que sigue siendo determinante aunque por él pasen los años. El encuentro siguió sin dueño fijo y los locales acariciaron de nuevo la igualada con un disparo del propio Mifsud que se estrelló en el larguero. No tenía la situación controlada Italia, más alegre pero menos sólida desde que Prandelli se instaló en el banquillo.
Con el choque abierto, tuvo que aparecer de nuevo Balotelli para, al borde del descanso, poner el interior del pie en un pase de la muerte desde la izquierda de De Sciglio, fenomenal lateral para cualquiera de los dos costados. Ese tanto sí fue una losa definitiva para las esperanzas maltesas. Lo entendió bien Italia, que desde entonces se dedicó a contemporizar y arriesgar lo mínimo. Y en ese mar calmado se fue ahogando poco a poco Malta, incapaz de frenar el enorme talento natural de Balotelli. A Mario le da igual San Siro que Malta. Lo suyo es golear allá por donde va.
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